
Desde dentro
Rompió mi alma con oro.
Y como májica palmera
reclinada en su luz,
me acarició, mirándome
desde dentro, los ojos.
Me dijo con su iris.
«Seré la plenitud
de tus horas medianas.
Subiré con hervor tu hastío,
daré a tu duda espuma».
Desde entonces ¡qué paz!
No tiendo ya hacía fuera
mis manos. Lo infinito
está dentro. Yo soy
el horizonte recojido.
Ella, Poesía, Amor, el centro
indudable.
Juan Ramón Jiménez.
VOLVER